Alexander (Víctor Cuica) y su amiga Diosa (Brigitte Tirone) empiezan a trabajar en una mueblería,
Alexander sospecha que el dueño está involucrado en un negocio turbio. Ante Grau Klein (Fausto Verdial) ellos
hacen que no se conocen, averiguan acerca de las actividades de Klein y Alexander decide aplicarle un
poco de su propia medicina haciéndole ver que él representa a una poderosa organización y que trabaja
en una mueblería solamente para proponerle un buen negocio. El resultado es una especie de mezcla entre El sirviente y El golpe, a ritmo de la salsa de Alexander (compuesta magistralmente por Juan Carlos Núñez).
La película retrata la Caracas de los años setenta: moderna, rica y de dinero fácil; donde la moralidad es
siempre dudosa; donde inexplicablemente un motorizado logra vivirle la parte a su patrón, con una
enorme dosis de ingenio y de humor.